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Familias Asuncionistas

Oblatas de La Asunción (o.a.)

La Congregación de las Oblatas de La Asunción (o.a.), religiosas misioneras, fue fundada en 1865 por el Padre Manuel d’Alzon y Madre Emmanuel-Marie Correnson con una finalidad misionera, ecuménica y caritativa.

Por su espiritualidad agustiniana, dan preferencia a la vida comunitaria, la vida de oración y al compartir fraterno, en la sencillez, la humildad, el diálogo y el perdón. La vida apostólica de las Oblatas se enraíza en la oración, la Liturgia de las Horas recitada en común y sobre todo la Eucaristía, lugar en el que unen la ofrenda de su vida (oblata significa ofrecida) al sacrificio de Cristo, para que venga el Reino de Dios, a ellas y a su entorno (A R T). El amor a Cristo, a la Virgen y a la Iglesia, llamado el Triple Amor en la tradición asuncionista, es lo que da sentido a la vida de cada Oblata y de cada comunidad. La Congregación cuenta actualmente 557 Oblatas profesas, 78 comunidades y 24 nacionalidades. Está presente en 20 países, cultiva las riquezas de la internacionalidad. Privilegia también la colaboración con los Agustinos de La Asunción, en fidelidad a sus orígenes, y con los laicos.

https://soeursoblatesassomption.wordpress.com/connaissez-les-oblates/qui-sommes-nous/oblates-de-lassomption/

Hermanitas de La Asunción (h.a.)

Religiosas Apostólicas, que viven en comunidades a menudo internacionales. Presentes en 21 países de los cinco continentes, las 841 religiosas se reparten en 134 comunidades.

Conforme a la intuición de sus fundadores trabajan por el advenimiento del Reino de Dios y su Gloria a través de la salvación de los pobres y de los desfavorecidos. Están comprometidas en profesiones sociales, sanitarias, educativas y la acción pastoral.

La Congregación de las Hermanitas de La Asunción, se fundó en 1865 en Francia, al comienzo de la industrialización por Esteban PERNET, Asuncionista , y Antoinette FAGE con el fin de «procurar la Gloria de Dios por medio de la salvación de los pobres y de los pequeños». Actualmente estamos presentes en 24 países de todos los continentes. Junto con otros cristianos, con hombres y mujeres de buena voluntad, trabajamos para que la solidaridad efectiva y la integridad de la creación contribuyan a la realización de un mundo justo y portador de paz.

Nuestra misión nos conduce a los ambientes populares, hacia los excluidos, los sin voz, los «desplazados», atentas a las causas de la desintegración familiar, especialmente cerca de los jóvenes y de las mujeres en dificultad.

Favorecemos los lugares de diálogo y toda clase de encuentros en nuestros barrios o en el trabajo, intentando relacionar a las personas y suscitar comunidades de Fe. Es nuestra manera de participar en la sociedad y en la Iglesia. Así experimentamos que es posible que cada una, crezca a nivel humano y que nos transformemos mutuamente según el sueño de Dios.

Reunidas por Cristo, ponemos en común todas nuestras fuerzas. «La Eucaristía nos comunica el amor sin límites del Señor». En comunidad nos encontramos en torno a la Palabra de Dios y seguras de su amor intentamos transmitir la alegría que Él nos da. María en su Asunción, fortalece nuestra esperanza. Nos apoyamos mutuamente en el cumplimiento de nuestra misión.

Consagradas al Señor, ponemos en común todo lo que somos y todo lo que tenemos. De esta manera, entregamos la vida a Cristo. Nuestro corazón se abre a lo universal. Este camino de crecimiento en libertad es nuestra manera de vivir los votos de pobreza, de castidad y de obediencia.

«Es una felicidad grande el vivir la vida de Jesucristo y transformarse en otros Jesucristos»

(Esteban Pernet)

Para saber más: www.assomption-psa.org

Las Orantes de La Asunción (or.a.)

Esta congregación fue fundada en 1896 por el Padre François Picard, asuncionista, y por Madre Isabelle de Clermont-Tonnerre.Comprende 23 comunidades que congregan a 151 religiosas dedicadas a la oración en el mundo por las obras de La Asunción, por los sacerdotes, por la Iglesia y por el mundo. Las Orantes de La Asunción viven hoy en doce países, compartiendo con toda La Asunción la misma pasión por el Reino de Dios. Trataban para hacer frente a las propias necesidades en comunión con la gente sencilla. Viven un amor concreto y comprometido por los pobres.

Conforme a la intuición, en 1865; de sus fundadores Antoinette Farge y el Padre Etienne Pernet, asuncionista, trabajan por el advenimiento del Reino de Dios y su Gloria a través de la salvación de los pobres y de los desfavorecidos. Están comprometidas en profesiones sociales, sanitarias, educativas y la acción pastoral.

Para saber más: lesorantes@wanadoo.fr

Los Padres de La Asunción

Algunas de las caras de los constructores del Reino en México

LA ASUNCIÓN, ¿UN GRANO DE MOSTAZA?

Después de mucho divagar sobre qué escribir, he decidido dar una visión muy sencilla de mi familia religiosa: Agustinos de La Asunción. Pero antes me permito agradecer a la hermana Dolores Espinoza, provincial de las Religiosas de La Asunción en México, que nos tiene siempre presente.

Ahora, aventurándome a redactar estas líneas puedo decir que La Asunción es como un grano de mostaza del Evangelio (una de las parábolas del Reino). Porque justifica esta visión al lema de nuestra familia asuncionista: Adveniat Regnum Tuum (Venga tu Reino) y Proter amoren domini nostri Jesu Christi (por amor a nuestro Señor Jesucristo).

Jesús habla del Reino. La Asunción habla de Jesús y del Reino. Pero cuando Jesús habla del Reino usa muchas parábolas. Y una de éstas nos identifica en el mundo: la parábola del grano de mostaza. ¿Por qué?

Al observar el grano de mostaza no hemos de mirar su tamaño, es decir, su pequeñez, sino la vida en él y su crecimiento en un huerto. El grano de mostaza como signo del Reino se refiere a la relevancia de la potencia del amor de Dios en el corazón de quien lo recibe; la tierra en la cual se siembra este grano. Cuando recibimos a Cristo en lo pequeño y modesto de su mensaje irrumpe una fuerza, un crecimiento o una transformación en la vida y en la historia. Al ver germinar este grano siempre llena de esperanza y de alegría al sembrador que aspira a una vida nueva y diferente.

De esta forma Dios se gloría en tomar lo pequeño para que crezca su vida, su Reino en el mundo. El secreto de este grano consiste en cambiar el corazón, cambiar la vida por amor a Cristo. El grano de mostaza, presencia misma de Jesucristo, es ese símbolo del amor para una nueva civilización.

Pasa algo parecido con La Asunción, la cual nace pequeña a la mitad del siglo diecinueve (1845), con cinco amigos del Padre Manuel D’Alzón en el Colegio del Asunción en Nimes (sur de Francia). Esta familia después de un siglo y medio de su existencia sigue siendo pequeña en este mundo (en 32 países en los cinco continentes) con más de ochocientos religiosos. En México aun pequeña con menos de veinte religiosos. Esta planta de mostaza que es La Asunción vive bajo el impulso del Espíritu Santo con amor a Dios, a María nuestra madre y a la Iglesia nuestra maestra. Toma su agua en la fuente del Evangelio y en la oración del Padrenuestro: Venga tu Reino.

La Asunción como un grano de mostaza está siempre dispuesta a ser sepultada en las tierras lejanas para transmitir el mensaje del amor de Jesucristo y del Reino de su Padre. En su servicio al Reino, ella quiere ir ahí donde Dios está amenazado en el hombre, y el hombre amenazado como imagen de Dios. Esa es la misión de mi familia asuncionista que es pequeña pero grande por participar en la misión de Jesucristo y de la Iglesia, que lleva siempre la semilla de la esperanza, las flores de la caridad y los frutos de la fe a las almas sedientas de una sombra para descansar; y así seguir el peregrinar como Jesucristo en este mundo hacia la gloria de Dios en la alegría del Evangelio compartido.

La Asunción es una semilla de mostaza que al crecer en un lugar fértil sus ramas sirven para que reposen los pájaros, y éstos miren el horizonte de una vida hambrienta de una transformación, a la luz del Evangelio bajo la mirada amorosa y misericordiosa de Dios.

La Asunción parece oculta o desconocida en el mundo. Crece en lo oculto, pero deja amor en los corazones. Deja semillas de esperanza que germinan en los corazones sencillos que descubren este árbol cuyo tesoro es el Reino. Este Reino empieza con la transformación o la santificación del alma que lo lleva en vasijas frágiles; el hermano o la hermana que acepta pertenecer a la familia asuncionista, como la semilla va germinando en las huellas de los que llevan la buena noticia con confianza en Dios y con las pequeñas obras de caridad, humildad y solidaridad con los olvidados de nuestra sociedad.

La Asunción es una pequeña familia, pero que siempre busca el crecimiento de todos. En ella todos crecen en los valores evangélicos y humanos con la libertad que Dios ha dado a sus hijos. Ella crece como Dios deja crecer la semilla de mostaza que germina bajo la mirada, la fuerza y la gracia divinas. En ella Dios es el sembrador y las aguas vivas vienen del Evangelio para regar cada planta. Así en cada miembro de nuestra familia va brotando la vida de Dios.

Esto se concreta en estos dos testimonios de hermanos que van creciendo bajo la sombra, entre las ramas de esta planta de mostaza que es La Asunción:

Ubaldo Tzanahua Ixmatlahua (20 años):

Como persona ha sido de gran alegría compartir esta experiencia con los hermanos, me ha ayudado a superarme y abrir mi conocimiento hacia nuevos horizontes; me da mucho gusto formar parte de esta comunidad llevando este estilo de vida. Los oficios y los momentos de oración inspiran en mí un espíritu fortalecido y un crecimiento hacia Dios para discernir mi vocación. Los hermanos me han apoyado con sus experiencias de vida y expectativas de la misma. La vivencia comunitaria ha ido creciendo dando lugar a nuevas amistades y a la confianza; más aún, la relación con el superior ha mejorado ya que al principio me costaba familiarizarme con él y despejar mis dudas.

El servicio me ha ayudado a comprender el amor al prójimo; y los momentos de meditación me han ayuda en cuanto a la concentración y la profundidad, llevándome a un punto diferente al momento de la eucaristía. Asimismo el servicio apostólico me ha enseñado a crecer e interiorizar la vida.

En cuanto a los estudios, los cursos que nos ha brindado la comunidad han sido muy significativos y valiosos para mí ayudándome en el crecimiento intelectual; valoro el aprendizaje adquirido en cada uno de ellos ya que he enriquecido mi inteligencia para el servicio de Dios y a la sociedad.

Cada día y cada momento en la congregación han sido valioso e importante puesto que me han ayudado a crecer en muchos aspectos de mi vida y mi persona; he aprendido sobre todo, sobre el perdón y el amor en el servicio agradeciendo a todos los que me apoyan para seguir adelante.

Rafael Huerta Ramos (19 años)

El crecimiento es constante y a veces difícil de reconocerlo para ver en que he cambiado, siempre para bien de la persona en los distintos niveles, corporal, psicológico y espiritual. En lo personal se ha dado más en la parte espiritual, a diferencia del primer día que ingresé a la comunidad de Agustinos de La Asunción hoy me he percatado de que mi forma de oración y de ver las cosas en la liturgia han cambiado mucho. Al principio el horario de la meditación y la misa en las mañanas no era favorable para mí, no me acostumbraba a levantarme temprano y mucho menos a meditar alguna lectura a tales horas de la mañana.

Poco a poco fui descubriendo el amor a la palabra, a la oración, meditación y a la eucaristía. Todo esto me llevó a adoptar nuevos hábitos; el servicio, la amabilidad, la lectura, el estudio y la confianza entre los hermanos mayores de la comunidad en la que vivo. Mis cambios en la oración fueron gracias a los cursos básicos que llevamos algunos días a la semana, espiritualidad, historia de la asunción, la vida de san Agustín, liturgia y discernimiento. Lo que me ayudó mucho fue la lectura de la vida de algunos santos como Santa Teresa de Ávila, San Francisco de Asís y San Agustín. Hubo algún cambio en cuestiones afectivas, como despegarme de mi familia, claro no por completo, pero lo he sabido trabajar y madurar en ese aspecto cuando antes me sentía triste por dejar a mis padres y hermanos hoy me siento orgulloso de tener esta bella familia y orar por cada uno de ellos.

Ya que los cambios son constantes estoy abierto a lo que venga en la vida, pero eso no quiere decir que me dejaré llevar por lo que suceda, al contrario, siempre es bueno ser constructor de tus propios cambios hacia el bien personal para traer el bien comunitario, ser responsable con éstos y actuar conforme a nuevos y buenos cambios para el servicio del Reino.

En conclusión, la aparente pequeñez del grano de mostaza puede engañar a mucha gente que ignora la vida que alberga ese grano o la potencia divina que hace crecer la planta de mostaza. Algo parecido puede pasar cuando uno escucha hablar de La Asunción. La pequeñez de esta familia es muy relevante, mejor dicho impresionante o asombroso al ver los cambios que provocan en su entorno, en las almas. Es como la aparente pequeñez del Reino, del Evangelio. Este ha cambiado la ciencia, el arte, la historia y muchas vidas cuando se ha saboreado la delicia del amor de Jesucristo. Asimismo La Asunción aunque pequeña encuentra su grandeza en este mismo amor de Jesucristo y los efectos de su mensaje del Reino. La Asunción estimula a creer en el cambio que provoca Dios en toda vida dispuesta a recibir la semilla (la fe) y a crecer en la fraternidad (la comunión) y la solidaridad con los pequeños de la tierra. Así como el grano de mostaza fue plantando y de él va brotando raíces en la tierra bajo la bondad de Dios, también La Asunción fue fundada por Manuel D’Alzón para el Reino y por amor a Jesucristo en el servicio a los hermanos bajo la gracia divina sin arrogancia.

Nueva fundación de los Padres de La Asunción y Oblatas en México

En el mismo territorio parroquial en una capilla llamada San Andrés Tenejapa se establecerán las hermanas Oblatas de La Asunción, la hermana Arlette y la hermana Ximena ya están en México y pronto empezarán a vivir allí, están esperando una tercera hermana que viene en camino.

Esta comunidad es el resultado de una larga relación con la Región de las diócesis de Orizaba y Córdoba. Una relación que hemos  mantenido a través de las misiones de  verano y semana santa por más de 20 años. Es una región que nos ha dado vocaciones, que nos  sigue dando jóvenes interesados en profundizar su vocación, acompañados por nosotros. Algunos de nuestros hermanos religiosos y un asuncionista ya ordenado son de esta región. Creemos que esta fundación es una apertura que nos permite salir de la ciudad de México, acompañar mejor el trabajo vocacional y diversificar  la manera en la que estamos comprometidos con el pueblo de México. Tenemos mucha esperanza que esta misión dé frutos para la Congregación pero también  frutos de Reino para el servicio del pueblo de Dios en esta parte del país de México.

Fundar esta misión implicó cerrar casa Manuel, entonces casa Manuel no existe más como comunidad. Nos quedamos con el mismo número de comunidades 3: La parroquia de San Andrés Totoltepec, La parroquia de la Emperatriz de América y ahora la comunidad parroquial y casa de acogida en Santiago de Tlilapa.

Para la ceremonia de la toma de posesión de la parroquia contamos con la presencia de los miembros del Capítulo provincial que se llevó a cabo en Cuernavaca, México, del 25 de julio al 1° de agosto en su sesión de aplicación. La presencia de nuestros hermanos, religiosos y laicos, dio a la ceremonia un cariz especial porque había hermanos de muchos países y representantes de las comunidades de Filipinas, de Estados Unidos, de Canadá y por supuesto de México, además de los laicos, tanto los miembros de la Alianza laicos-religiosos como muchos otros que acompañan nuestro trabajo en la ciudad de México o  que han acompañado nuestras misiones desde otras comunidades  en el Estado de Veracruz.

P. José Miguel Díaz a.a.

Consejero General.

El 2 de agosto de 2017 se concretó la Fundación de una Comunidad Asuncionista en Santiago de Tlilapa, en la Diócesis de Orizaba, Veracruz.

Esta comunidad va a  tener 2 objetivos: un primer objetivo es establecer una comunidad que pueda acoger jóvenes en búsqueda vocacional y que puedan vivir en ella una experiencia comunitaria,  en una primera etapa de formación, para nosotros sería una especie de aspirantado y pre-postulantado. El segundo objetivo es la misión apostólica que se hace de manera específica en la atención pastoral de la parroquia de Santiago de Tlilapa que tiene una composición diversa: la parroquia comprende una comunidad rural, pero una parte de ella es una comunidad  prácticamente suburbana con todos los conflictos y todas las  características que esto implica, finalmente también tiene un componente indígena,  de misión de Sierra. Es una comunidad diversa y variada.

En la fundación habrá 5 religiosos, 3 sacerdotes: P. Oswaldo García superior y párroco, el P. Sebastián que le ayudará en el trabajo parroquial, el P. Fataki que estará encargado  de  la acogida y de la formación inicial. Los hermanos que hacen equipo con ellos son el hermano Marciano López, le decimos “Chano”, y el hermano Rodel Cervantes, que es filipino, ellos dos van a acompañar a la comunidad en su misión apostólica, los dos se están preparando para los votos perpetuos, ambos han terminado su formación académica de Filosofía y Teología.