LA ASUNCIÓN, ¿UN GRANO DE MOSTAZA?
Después de mucho divagar sobre qué escribir, he decidido dar una visión muy sencilla de mi familia religiosa: Agustinos de La Asunción. Pero antes me permito agradecer a la hermana Dolores Espinoza, provincial de las Religiosas de La Asunción en México, que nos tiene siempre presente.
Ahora, aventurándome a redactar estas líneas puedo decir que La Asunción es como un grano de mostaza del Evangelio (una de las parábolas del Reino). Porque justifica esta visión al lema de nuestra familia asuncionista: Adveniat Regnum Tuum (Venga tu Reino) y Proter amoren domini nostri Jesu Christi (por amor a nuestro Señor Jesucristo).
Jesús habla del Reino. La Asunción habla de Jesús y del Reino. Pero cuando Jesús habla del Reino usa muchas parábolas. Y una de éstas nos identifica en el mundo: la parábola del grano de mostaza. ¿Por qué?
Al observar el grano de mostaza no hemos de mirar su tamaño, es decir, su pequeñez, sino la vida en él y su crecimiento en un huerto. El grano de mostaza como signo del Reino se refiere a la relevancia de la potencia del amor de Dios en el corazón de quien lo recibe; la tierra en la cual se siembra este grano. Cuando recibimos a Cristo en lo pequeño y modesto de su mensaje irrumpe una fuerza, un crecimiento o una transformación en la vida y en la historia. Al ver germinar este grano siempre llena de esperanza y de alegría al sembrador que aspira a una vida nueva y diferente.
De esta forma Dios se gloría en tomar lo pequeño para que crezca su vida, su Reino en el mundo. El secreto de este grano consiste en cambiar el corazón, cambiar la vida por amor a Cristo. El grano de mostaza, presencia misma de Jesucristo, es ese símbolo del amor para una nueva civilización.
Pasa algo parecido con La Asunción, la cual nace pequeña a la mitad del siglo diecinueve (1845), con cinco amigos del Padre Manuel D’Alzón en el Colegio del Asunción en Nimes (sur de Francia). Esta familia después de un siglo y medio de su existencia sigue siendo pequeña en este mundo (en 32 países en los cinco continentes) con más de ochocientos religiosos. En México aun pequeña con menos de veinte religiosos. Esta planta de mostaza que es La Asunción vive bajo el impulso del Espíritu Santo con amor a Dios, a María nuestra madre y a la Iglesia nuestra maestra. Toma su agua en la fuente del Evangelio y en la oración del Padrenuestro: Venga tu Reino.
La Asunción como un grano de mostaza está siempre dispuesta a ser sepultada en las tierras lejanas para transmitir el mensaje del amor de Jesucristo y del Reino de su Padre. En su servicio al Reino, ella quiere ir ahí donde Dios está amenazado en el hombre, y el hombre amenazado como imagen de Dios. Esa es la misión de mi familia asuncionista que es pequeña pero grande por participar en la misión de Jesucristo y de la Iglesia, que lleva siempre la semilla de la esperanza, las flores de la caridad y los frutos de la fe a las almas sedientas de una sombra para descansar; y así seguir el peregrinar como Jesucristo en este mundo hacia la gloria de Dios en la alegría del Evangelio compartido.
La Asunción es una semilla de mostaza que al crecer en un lugar fértil sus ramas sirven para que reposen los pájaros, y éstos miren el horizonte de una vida hambrienta de una transformación, a la luz del Evangelio bajo la mirada amorosa y misericordiosa de Dios.
La Asunción parece oculta o desconocida en el mundo. Crece en lo oculto, pero deja amor en los corazones. Deja semillas de esperanza que germinan en los corazones sencillos que descubren este árbol cuyo tesoro es el Reino. Este Reino empieza con la transformación o la santificación del alma que lo lleva en vasijas frágiles; el hermano o la hermana que acepta pertenecer a la familia asuncionista, como la semilla va germinando en las huellas de los que llevan la buena noticia con confianza en Dios y con las pequeñas obras de caridad, humildad y solidaridad con los olvidados de nuestra sociedad.
La Asunción es una pequeña familia, pero que siempre busca el crecimiento de todos. En ella todos crecen en los valores evangélicos y humanos con la libertad que Dios ha dado a sus hijos. Ella crece como Dios deja crecer la semilla de mostaza que germina bajo la mirada, la fuerza y la gracia divinas. En ella Dios es el sembrador y las aguas vivas vienen del Evangelio para regar cada planta. Así en cada miembro de nuestra familia va brotando la vida de Dios.
Esto se concreta en estos dos testimonios de hermanos que van creciendo bajo la sombra, entre las ramas de esta planta de mostaza que es La Asunción: