Llevamos ante el Señor en la oración a lo largo del día: los sufrimientos, las alegrías y las esperanzas de los pueblos.
Fortalecidas por la Eucaristía diaria vivimos como discípulas de Jesús y proclamamos la Buena Noticia.
La Virgen María es nuestro modelo en el seguimiento de Jesús y acompaña nuestro camino de fe.