A través de todo esto, el Señor siguió trabajando mi interior… alguna vez le compartí a mi padre que me gustaría algún día ir a África, a lo cual el, inmediatamente me dijo: “Ah no!, primero me entierras, antes de salir de tu país! Y sí, así fue, ya no volví a tocar el punto pues sabía muy bien su manera de pensar y yo era consciente de mi responsabilidad y misión con mis padres ya que yo quedé como “hija única” (mi único hermano murió al año que yo entré a la Asunción en Marzo 1985, yo era postulante).
Posteriormente, después de 5 años en el Colegio de Águilas, fui enviada a Puebla, donde seguí yendo a Misiones en Semana Santa. En 2006, recibí un “SOS” de mis padres, mayores y enfermos y la Congregación me permitió acompañarlos, servirlos durante casi 6 años (es una de las decisiones que más agradezco a la Congregación, permitirme estar al lado de mis padres y apoyarlos en todo en sus últimos años, mamá murió en 2008 y papá en 2011, mi misión con ellos ¡fue cumplida hasta el final!) En 2012, volví a la Congregación, de la cual nunca salí pues tenía un permiso especial, fue en mi experiencia del Tercer Año en la Casa General en París, en 2013 que volvió la inquietud de la vida misionera y por primera vez apareció Madagascar ya que conocí en esa sesión internacional a 3 hermanas malagasy que, por su testimonio de fe y apertura, de sencillez y alegría, y por la manera de cantar tan precioso en la Liturgia me conquistaron. Durante esa sesión expresé mi deseo a mi Superiora General, Martine Tapsoba y ella me dijo: “¡Reza y espera”, fue hasta el año 2018 que fui aprobada y enviada a Madagascar y hoy sigo agradecida por la posibilidad que me ha dado la Congregación de prolongar mi experiencia por lo cual doy profundas gracias a Dios y a la Asunción en mi Provincia de origen!
Sigo encomendándome a su oración pues, primero Dios, regreso a Madagascar a finales de este mes de junio.
Amin´ny manaraka indray (“Hasta la próxima”).
Madre Josefina de Jesús.
Religiosa de la Asunción.