
Permanecer en la alegría
Cómo aprovechar este tiempo…(6)
Muchas lecturas bíblicas de este tiempo nos invitan a la alegría pascual. “Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”, dice el evangelio de Juan al narrar las apariciones del resucitado. San Pablo les desea a los cristianos de Roma “que el Dios de la esperanza los colme de alegría y paz, para que rebosen de esperanza”, San Pedro, a su vez, escribe: “salten de gozo aunque de momento tengan que sufrir por diversas pruebas…”. Esto refleja el contexto difícil en que vivían: amenazados, calumniados, llevados injustamente a la cárcel o al martirio… ¿cómo podrían, pues, estar alegres? La razón evidente es que habían hecho la experiencia decisiva de Jesús vivo y resucitado. Esto les había cambiado de perspectiva, daba sentido a su vida y les impulsaba a vivir con otros creyentes las palabras y ejemplos que Jesús les había dejado.
Imaginando la vida de aquellos primeros cristianos, diríamos que su alegría parece ser algo más que un contento, una diversión, alboroto o afán de positivar. No es producto de emociones humanas, como decía el Papa Francisco en una de sus homilías, sino que es un don del Espíritu, un fruto de la acción de Dios, otorgado a pesar de las adversidades o, precisamente, al atravesar por ellas.
Santa María Eugenia, que habla de la alegría en términos de desprendimiento gozoso , es decir, una alegría que viene del desapego, empieza por alertar a las hermanas de los males de la sociedad de su tiempo: la agitación de los parisinos que describe como las ardillas que corren en su rueda sin parar…un círculo vicioso y sin sentido, que no aporta nada ni a Dios ni a la humanidad, pero que entretiene con alegrías intensas y fugaces, de manera que hay que recomenzar cada vez subiendo la potencia del estímulo…
El tiempo que vivimos ahora nos ha hecho súbitamente parar la rueda de la ardilla, y de pronto nos podemos sentir confrontados a un cierto aburrimiento, a falta de esa vida agitada y febril que María Eugenia describe ya en su tiempo. Para muchos, ha sido una bendición entrar en un periodo de calma y serenidad, de escucha del otro y de sí mismo; tiempo para el arte, la cultura, la conversación, la reflexión, la creatividad, la contemplación, etc. Estos momentos nos han permitido acceder a otro modo de alegría, que nace del interior y no de estímulos externos. Ha sido difícil pero los frutos, además de lo que hemos aprendido, es la libertad interior, la autonomía, la serenidad, la resiliencia, la capacidad de estar a gusto en sus zapatos.
Para algunos no habrá sido fácil vivir el aburrimiento y el tedio. Los autores espirituales lo llaman acedia, es decir, un sentimiento de cansancio, desgana, desaliento, pérdida de sentido por lo que se hace, depresión, tristeza. La acedia es parte de la experiencia humana espiritual, no es agradable, pero permite conocerse mejor, poner al día los deseos profundos y las convicciones fundantes.
José Cristo García Paredes explica que para luchar contra este virus espiritual de la acedia, necesitamos poner al día la alianza con Dios; renovar la confianza en su Providencia, en su gracia, haciendo, como decía San Ignacio, todo lo que podemos, como si dependiera de nosotros, y confiar, sabiendo que todo depende de Dios. García Paredes propone algunas estrategias, retomando la sabiduría de Evragio Póntico para hacer frente a la acedia:
-trabaja por conocer y encauzar tus deseos, reduce tus necesidades
-se paciente, resiste y no cambies tus decisiones fundamentales
-acoge tus emociones y sentimientos transformándolos en energía que construya y ayude
-abre el corazón a alguien que te pueda escuchar
-haz todo con cuidado y medida, márcate una rutina sencilla y haz las cosas a su tiempo
-haz el ejercicio de la muerte: piensa que todo acaba, reflexiona en lo que lamentarías no haber hecho o vivido, toma conciencia de que no merece la pena agobiarse por un futuro que no podemos controlar…
Madre Rekha, nuestra Superiora General, nos recuerda que el desprendimiento gozoso al que Santa María Eugenia nos invita, implica un crecimiento en la verdadera libertad de los hijos de Dios. Y nos dice: Una vez un discípulo le preguntó al Maestro Zen: «¿qué puedo hacer para llegar a ser libre?» La respuesta fue: «No hay que hacer nada para ser libre, sino desprenderse de algo, entonces eres libre». Dejar caer nuestros apegos es un proceso gradual y progresivo de liberación…
El desprendimiento gozoso nos vincula a los demás y nos ayuda a mantenernos alerta, prestando atención a los movimientos del Espíritu en nosotros y a nuestro alrededor. Como hijas e hijos de Marie Eugenia, cuando vemos las cosas a la luz del amor y la bondad de Dios, sus opciones cautivan nuestros corazones, entonces surge dinamismo incansable y creatividad infinita en todo: lo que somos y cómo lo hacemos, ya sea en la vida de oración, en la vida comunitaria – familiar o en nuestra misión.
¡Que la alegría de Dios, que ha acompañado a tantos creyentes en hitos históricos difíciles, nos habite y nos permita permanecer en la alegría pascual!
Nuestra oración les acompaña
Hna. Ana Sentíes / Hermana Referente
Instituto Asunción de Querétaro